En diálogo con el mundo escheriano, plantea la idea paradojal del límite infinito, como el disco de Poincaré. Este disco permite abarcar el infinito en un círculo de tamaño limitado, gracias a la geometría hiperbólica, en la que a medida que un punto se aleja del centro, es cada vez más pequeño. La obra aporta un elemento clave, este mundo total a su vez flota suspendido en un espacio que repite el mismo patrón geométrico de su interior, sugiriendo un orden cósmico donde Todo es Uno.