La obra evoca el mundo sensual y ornamental de Klimt, un mundo erótico, líquido, instintivo. Mar de oro y fuego, mar de pasión, donde el ser se sumerge, se pierde, se desvanece y desborda…
Liebestod
Tristán e Isolda, R. Wagner.
«En el fluctuante torrente,
en la resonancia armoniosa,
en el infinito hálito
del alma universal,
en el gran Todo…
perderse, sumergirse…
sin conciencia…
¡Supremo gozo!»